¿A qué no sabíais que el marisco contiene los mismos nutrientes y las mismas proteínas que el pescado blanco? Menos mal que estamos nosotros aquí para contároslo.
A ver: a vosotros os comentaron el tema del ácido úrico pero claro, si os dedicáis a comer centolla todos los días acabaréis padeciendo gota, como los grandes monarcas. Todo en exceso es malo, hasta el agua. Pero el marisco trae de serie unos beneficios que harán que tu cuerpo te lo agradezca siempre que lo consumas.
Los mariscos son una fuente de potasio, vitamina A, E, C y D, calcio y hierro. Vitaminas realmente necesarias para el crecimiento y fortalecimiento de los huesos. La vitamina E tiene una fuerte acción antioxidante, mientras que las vitaminas del complejo B que también encontramos en los mariscos aportan ácido fólico. La vitamina A es perfecta para cuidar la piel y la visión. Después está el Omega 3, imprescindible para nuestro organismo porque ayuda a disminuir el colesterol y, por lo tanto, las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco, así como enfermedades cardiovasculares a medio y largo plazo.
¿A qué no sabíais que el bogavante es rico en vitamina B5, que es buena para reducir el exceso de colesterol, así como a combatir el estrés y las migrañas? ¡Todo el mundo a comer bogavante para relajarse! O que la langosta es uno de los mariscos más ricos en zinc y en yodo, como hemos visto anteriormente. El yodo ayuda a procesar los hidratos de carbono.
Propiedades más destacables del marisco
- Alto contenido en proteínas.
- Contiene vitamina A y minerales tales como el zinc, selenio y hierro.
- Rico en ácidos grasos omega-3.
- Útil para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
- Protector en varios tipos de cáncer.